
Cuando el ecologista Juan Rosario viajó a una comunidad de los religiosos amish en Illinois, para aprender a hacer composta, allí en medio de una extensa planicie sembrada de maíz, se sorprendió de que ésta tuviera un laboratorio y hasta los servicios de una experta en química. ¿Qué hacía la científica en un pueblito donde los habitantes se alejan de la tecnología y practican agricultura ecológica con los métodos más simples?

“¿Cómo ustedes permitieron que ellos sembraran eso ahí?”, preguntó Rosario.
El amish replicó: “Es el mismo maíz que la compañía desarrolla en Salinas. ¿Cómo ustedes permiten eso?”.
